[REGISTRO] Heridas, Muertes, Curas, Avisos y acciones.

Chouzen se encontraba exhausto y herido después de una intensa batalla contra Uzumaki Heiwa y Suna no Wooin, dos ninjas de la temible aldea de la arena, Sunagakure. Las heridas que llevaba eran resultado de un enfrentamiento feroz y desgastante en el que había luchado con todas sus fuerzas.

Con el sol ya ocultándose en el horizonte, Chouzen regresó a Konoha arrastrando los pies y apoyándose en una pared para mantenerse en pie. Su ropa estaba rasgada, y las heridas sangraban levemente, recordándole cada golpe que había recibido en la pelea.

Con determinación en su mirada, Chouzen se dirigió hacia un rincón tranquilo en las calles de Konoha. Allí, se sentó y cerró los ojos, concentrándose en su chakra y recordando las enseñanzas de su clan sobre el Shousen no Jutsu, la técnica de curación que había aprendido gracias a su amigo Uchiha Zenmetsu.

Colocó ambas manos sobre las heridas, sintiendo el flujo de su chakra curativo. Aunque estaba agotado, su concentración era total. Comenzó a canalizar el chakra curativo hacia las heridas, sintiendo cómo se formaba una tenue luz verde en sus palmas.

Poco a poco, el chakra curativo comenzó a surtir efecto. Chouzen sentía cómo el dolor disminuía y cómo las heridas comenzaban a cerrarse. Se mantuvo firme, ignorando el cansancio y las distracciones a su alrededor.

Sin embargo, en medio de su concentración, un recuerdo fugaz de la batalla con Heiwa y Wooin cruzó por su mente. Recordó los poderosos ataques que habían intercambiado, la habilidad de sus adversarios para evadir y contrarrestar sus movimientos. Esa batalla había sido una verdadera prueba de su destreza como ninja.

Pero Chouzen no se dejó distraer. Cerró los ojos con más fuerza, bloqueando todo pensamiento que no fuera su técnica de curación. Su chakra fluía con mayor intensidad, y la luz verde se intensificó.

Finalmente, después de dos turnos de intensa concentración, Chouzen retiró sus manos de las heridas. La luz verde se desvaneció, y al abrir los ojos, pudo ver con satisfacción cómo sus heridas estaban prácticamente cerradas.

Un suspiro de alivio escapó de sus labios. A pesar del agotamiento, Chouzen se sentía agradecido por haber dominado la técnica de curación. Sabía que, gracias a su habilidad y perseverancia, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que el destino le tuviera preparado.

Con una sonrisa de satisfacción en su rostro, Chouzen se levantó y continuó su camino por las calles de Konoha. Aunque la batalla había sido dura, su determinación no se había quebrantado. Estaba listo para seguir defendiendo a su aldea y enfrentar a cualquier adversario que se atreviera a desafiarlo.

Con cada paso que daba, Chouzen sabía que no importaba cuántos obstáculos se interpusieran en su camino, él siempre estaría preparado para superarlos y proteger a quienes amaba. Su espíritu de lucha y su habilidad para sanar eran el legado de su amada aldea, y él estaba decidido a honrarlo en cada batalla que enfrentara.

Así, con el orgullo de un verdadero ninja de Konoha, Chouzen siguió su camino, listo para enfrentar el próximo desafío que le esperaba en su camino hacia la grandeza.